martes, 27 de agosto de 2013

HABÍA UNA VEZ...

CENICIENTA (VERSIÓN ORIGINAL)
Había una vez, una muchachita que vivía con su madrastra y sus dos hermanastras; quienes siempre la obligaban a hacer todos los quehaceres de la casa. Los vestidos de la muchacha a menudo estaban cubiertos de ceniza, por eso la llamaban Cenicienta. Cenicienta se hacía más hermosa causando la envidia de sus hermanastras. Ellas desquitaban  su enojo forzándola a realizar cada vez más tareas domésticos.
Cierto día, el rey anunció una gran fiesta que realizaría en su palacio y a la cual invitaba a todas las jóvenes casaderas de la corte; pues el príncipe elegiría novia. Las hermanastras felices con al noticia, pensaban ya en el vestido que llevarían.
Cuando llegó el día la madrastra le ordenó a Cenicienta que se quedara en casa limpiando los pisos y lavando la ropa. Cenicienta rompió a llorar desconsoladamente.  De pronto apareció un hada y le dijo:

-“Podrás ir al baile, pero tienes que regresar antes de la medianoche”.-

Cenicienta aceptó. El hada hizo aparecer una elegante carroza y convirtió la ropa de Cenicienta en un hermoso vestido completando el atuendo con unos zapatos de cristal.
Cuando Cenicienta llegó al palacio, todos los invitados se quedaron admirados al verla, y el príncipe… ¡enamorado! Toda la noche bailó con Cenicienta con el príncipe sin darse cuenta de la hora. Al escuchar las doce campanadas, salió corriendo del palacio. El príncipe fue tras ella sin poder alcanzarla. Cuando bajaba las escaleras, perdió uno de sus zapatitos de cristal.
Al día siguiente el príncipe anunció que se casaría con al mujer cuyo pie calzara en el zapato. Todas las jóvenes de la corte se lo probaron pero a ninguna se le quedó, tampoco a las hermanastras. Cuando le llegó el turno a Cenicienta, ¡éste le calzó sin esfuerzo!
Cenicienta fue llevada donde el príncipe, vestida como estaba, pero él la encontró más bella aún. A los pocos días ambos enamorados, se casaron y vivieron felices para siempre.

  
CENICIENTA (versión 1)
Había una vez una joven a la que llamaban Cenicienta, quien vivía con su madrastra y sus hermanastras. Cenicienta guardaba mucho rencor hacía su nueva familia, pues su padre tras el fallecimiento de su madre volvió a casarse, y producto de este matrimonio tuvo dos hermanas.
Su madrastra siempre la trataba bien, la cuidaba, le pagaba sus estudios, le compraba ropa, hacía lo posible para ganarse su cariño y confianza, pero Cenicienta no cambiaba su actitud y despreciaba todo lo que su madrastra le ofrecía.
El mismo comportamiento mostraba hacía sus hermanastras, a las cuales siempre hacía sentir mal con sus palabras. No había duda, que Cenicienta guardaba mucho odio en su corazón.
Su madrastra pedía a sus hijas que comprendieran a su hermana, pues recién se estaba integrando a la familia y le costaba entender que ellas eran parte de su hogar.
Un día llegó una invitación a la casa de la madrastra de Cenicienta enviada por la realeza, quienes ofrecían una fiesta a todas las jóvenes solteras, pues el príncipe elegiría novia. Cenicienta al enterarse de dicha invitación, pensó:

-  Iré a esa fiesta, enamorare al príncipe, me casaré con él y me iré de esta casa. Seré la envidia de todo el reino.

Las tres jóvenes fueron a la fiesta, las hermanastras: Julia y Mariana, llevaron puestos unos vestidos sencillos, pero Cenicienta eligió el mejor vestido y el más costoso, dicho traje hiso que luciera muy hermosa.
 El príncipe desde que la vio quedo deslumbrado con su belleza, así que bailó con ella, allí le pidió que antes de iniciar un noviazgo le permitiera acortejarla. Ella muy orgullosa se tomó un tiempo pensándolo, pero acepto.
Un sábado el príncipe fue a visitarla a su casa. Su madrastra preparó un delicioso almuerzo. Cuando empezaron a comer, Cenicienta dijo:

-  ¿Quién ha hecho esta comida? Esta horrible, al pavo el falta cocinar, el arroz tiene poca sal. Es una falta de respeto para nuestro invitado.

El príncipe un poco incomodo, contradijo a Cenicienta y pidió disculpas, para luego halagar la buena sazón de la madrastra de Cenicienta. Durante todo el almuerzo Cenicienta se mostró ofensiva y relució su mal comportamiento. El príncipe al darse cuenta como trataba a sus hermanastras y sobre todo a su madrastra, se desilusiono, y le pidió que valorara el esfuerzo de su familia, Además tomó la decisión de no casarse con Cenicienta.


UNA CENICIENTA DISTRAÍDA (versión 2)
En un lugar muy hermoso, vivía una hermosa jovencita llamada Cenicienta, ella era muy distraída. Vivía con su madrastra quien era una mujer muy ocupada, casi no tenía tiempo para su familia. También vivía con sus dos hermanastras, quienes siempre hablaban de moda, fiestas, ropa y posibles pretendientes,  ellas tampoco se preocupaban por su joven hermanastra.
La madrastra siempre dejaba encomendado las labores del hogar a Cenicienta, pues ella ayudaba en todo, pero su gran defecto era ser muy distraída. Habían ocasiones que se entretenía viendo televisión y quemaba el arroz, o cuando salía al mercado siempre se tenía que olvidar algún encargo.
Cierto día llego una invitación para un banquete que organizaban los reyes, pues querían encontrar una novia para su joven heredero. Las hermanastras al enterarse de esta gran noticia, fueron enseguida a las mejores tiendas para comprar los atuendos que vestirían para la gran noche en el palacio.
Cenicienta también quería ir, así que le pidió permiso a su madrastra, ésta acepto que Cenicienta fuera al baile, pues sentía que merecía relajarse después pero pidió que las llevara el chofer de la casa.
Las hermanastras, se encontraban listas para ir, pero Cenicienta aún no se vestía, así que decidieron dejarla. Cenicienta decidió ir sola, se puso a planchar su vestido, y de pronto sonó el celular, Cenicienta como siempre distraída dejó la plancha encima de su hermoso traje, cuando regreso, se dio cuenta de lo que había pasado, su vestido se había quemado. Triste por no tener otro vestido y al ver la hora, se echo a llorar desconsoladamente.
De pronto, un hada apareció y le dijo:

-  Irás a la fiesta, te regalaré un hermoso vestido y te pondré unos lindos zapatos, pero lo único que tienes que hacer, es regresar antes de la medianoche.



Cenicienta, asintió. Cuando llegó al palacio, todos quedaron maravillados al verla y el príncipe ¡se enamoró!. Bailaron toda la noche, pero el entusiasmo de Cenicienta hizo que confundiera la indicación de la hada madrina y olvido la hora.
En el último baile, Cenicienta al no cumplir lo que le dijo el hada, desapareció su hermoso vestido y ahora llevaba puesto el atuendo que quemó, todos la quedaron mirando y se burlaron de ella, avergonzada quiso salir huyendo del palacio, pero el príncipe la detuvo y le dijo:

-  No te vayas, así te ves hermosa. Quiero casarme contigo.

Cenicienta muy emocionada y casi llorando, acepto. Pasaron unos meses Cenicienta y el príncipe, se casaron y vivieron felices para siempre.